miércoles, 25 de enero de 2012

El esperpento valenciano de los recortes en Educación (II)


Manifestación por la Educación del 21 de enero,
con el edificio del Banco de Valencia de fondo,
símbolo de la quiebra y del poder económico.  
Las últimas declaraciones del ministro de Educación y Cultura, José Ignacio Wert, tampoco presagian un final feliz para este drama, sino que lo escora peligrosamente hacia el esperpento al afirmar que "Un sistema en el que el aumento de los recursos ha llevado a la disminución de los resultados es uno que requiere una profunda –y urgente– reflexión", lo que anticipa un recorte mayor de los 3.000 millones de euros que se han hecho hasta ahora en Educación.
Para ello no han sido necesarias las recomendaciones de la agencia de calificación de deuda Fitch, que se quejaba de que las comunidades autónomas gastaban demasiado en escuelas y hospitales, sino que forma parte de un plan perfectamente orquestado por el Partido Popular desde que chupaba banquillo en la oposición. Mariano Rajoy ya lo dejó entrever en su discurso de investidura al anunciar un Bachillerato de tres años donde “se valorara la excelencia”. Lo confirma la noticia que publica elEconomista.es sobre el anuncio que el ministro de Educación hará mañana de la supresión de 4º de ESO para que se convierta en 1º de Bachillerato, una cuestión polémica que sin dejar de ser legítima necesitará de una nueva ley de educación que, en aras de la meritocracia y en contra del "aprobado fácil", tal y como lo ha expresado en otros medios, elimine muchas de las medidas de atención a la diversidad que incorporaba la LOE, aumente los conciertos -junto con su dotación económica- y elimine Educación para la Ciudadanía, definitivamente, no por razones pedagógicas, sino ideológicas. 
Esta reforma legislativa obedecerá a ciertos objetivos de fondo que tomarán el acortamiento de la edad obligatoria hasta los quince años como caballo de Troya. El primero será recortar más puestos de trabajo en la Enseñanza, al eliminar muchos grupos que hoy pertenecen a 4º de ESO, Diversificación (PDC) y PCPI. De hecho, varios responsables políticos de Educación, entre los que se contaba el entonces conseller de esta área, José Ciscar, manifestaron, tras el discurso de investidura, que la ampliación del Bachillerato se realizaría sin la contratación de nuevos profesores, lo que se traduciría en un aumento de horas para los funcionarios de carrera, pero cobrando el mismo sueldo, y la obligación de impartir asignaturas para las que no están capacitados, como ocurre en la Comunidad de Madrid, con el consiguiente perjuicio a la calidad educativa. El segundo objetivo sería lograr más trabajadores jóvenes, con menor cualificación profesional y menos críticos con las condiciones laborales para suplir la mano de obra inmigrante que está volviendo a sus países de origen por culpa de la crisis. La búsqueda de la excelencia no sería más que la excusa perfecta para desarticular el actual sistema educativo, que a pesar de todas sus imperfecciones, se cuenta entre los más igualitarios de Europa, pues abocaría a los alumnos con problemas de aprendizaje o que no tienen recursos suficientes con los que pagar clases particulares a no obtener título alguno, aunque acaben sus estudios obligatorios, para que formen la clase de trabajadores que desean los empresarios que defienden el contrato único y el despido libre. Sus hijos, en cambio, disfrutarán de los conciertos de Bachillerato que se concederán, ya que le salen más baratos a la Administración si no repara en la calidad del servicio, o de la enseñanza exclusivista de la privada, en pos de unos méritos que, en el fondo, no siempre podrán ganar con esfuerzo, sino a golpe de talonario, por mucho que lo quieran camuflar como pago a actividades extraescolares.  
Así puede quedar la Educación Pública, atrapada, de nuevo, por ese perverso regreso al futuro, donde los servicios públicos están desprestigiados y se relegan a labores de beneficencia, mientras que los privados convierten las necesidades básicas en signos de distinción para los que siempre han tenido más.

6 comentarios:

†Bara_Darkness† dijo...

AL final los padres parados tendrán que enseñar a sus hijos en casa debido a los recortes. Qué vergüenza.

Unknown dijo...

El artículo de Wert pone los pelos de punta. ¿Así que la razón de que los resultados sean malos es que se invierte mucho en recursos? ¿La consecuencia es que se va a invertir menos a ver si así mejoran? Derrocha sentido común... Con esa regla de tres, arreglamos esto en un pis-pas, ya verás. Un abrazo, y gracias por la lucidez.

Héctor Monteagudo Ballesteros dijo...

Bara_Darkness: si transigimos en que sacrifiquen derechos tan elementales como el de la Educación para contentar al dios de los Mercados, no sería extraño que retrocediéramos cuarenta años en el ejercicio de nuestras libertades civiles.
Carlota: el problema de Wert es que va asomando la patita contra la Enseñanza Pública y no todos se imaginan qué hay detrás de la puerta, pues muchos olvidan que las viejas aspiraciones ideológicas en Educación están hoy más vivas que nunca. Con ello no quiero decir que no sea necesario un Bachillerato de tres años, ya que el actual está demasiado condensado y no prepara de manera suficiente para la etapa universitaria.

hucapri dijo...

Habría que reflexionar.
La relatividad, los matices, posturan que difieren. Distintos horizontes de posibilidades.

Héctor Monteagudo Ballesteros dijo...

Es posible que haya margen para la reflexión, aunque, hasta el momento, se ha ido cumpliendo lo que he señalado aquí. Lo que temo es que la comunidad educativa no vea venir las verdaderas intenciones de la eliminación de cuarto de Secundaria y den su "Nihil obstat

Anónimo dijo...

Antonio dejó este comentario que no sé por qué no se publicó:
"Es evidente, y hasta el más obtuso debe darse cuenta de ello, que si adelantamos el bachiller sin tomar medidas complementarias en la base, o bien convertimos el bachiller en otra fallida ESO o bien liquidamos a los que 'nos sobren' para que no lo 'estropeen'. En ninguno de esos casos se lucha contra el fracaso escolar sino que se fuerza a los más desfavorecidos a abandonar cuanto antes el sistema educativo. Todos sabemos que la atención a la diversidad es cara, muy cara, así que los gobernantes van a atajar por ahí, solo que, muy pillos ellos, no lo van a reconocer y conseguirán que aparezcamos como culpables de ello los docentes: no te doy recursos, luego los jóvenes fracasan, luego eres un mal profesional, luego debo bajarte el sueldo, etc".

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