Hoy he sabido que Mario Benedetti ha fallecido. Conocía las noticias que insistían en que su estado de salud era delicado, pero, aun así, no dejo de sentirlo como un hecho fortuito, algo inesperado y prematuro. Tal vez se deba a que no les otorgamos el derecho a la mortalidad a aquellos personajes que admiramos, no sé si por egoísmo o por devoción exacerbada.
En mi caso, Benedetti fue uno de tantos compañeros de viaje que conocí en mis primeros años de estudiante universitario, y uno de los pocos a los que le fui fiel, a tiempo pasado. Viento del exilio fue la puerta de entrada, una poemario que vio oscurecida su fama por los Inventarios y Poemas de la oficina. En él ya se advertía una poesía que buscaba, ante todo, la verdad, sobre la vida, la muerte, el amor o la poesía misma. Para ello, Benedetti adoptaba la máscara del exiliado comprometido, la del poeta socarrón o la del enamorado capaz de hablarle a su amada de "vos" sin perder ni la dignidad ni la ternura. Su obra no era popular porque pareciese sencilla, sino porque se sentía profundamente humana. Después leí y releí Las soledades de Babel, para caer en La tregua, su novela más conocida, que en nada debe envidiarle a su obra poética. Vivir adrede fue el último libro del autor uruguayo que disfruté, a medio camino entre el aforismo y la prosa poética.
Quizá los poemas de Benedetti que he seleccionado no sean los mejores ni los más adecuados para esta entrada, pero son ilustrativos de esa búsqueda de la verdad, sin cortapisas, y de su manera de comprender la vida, el amor y la muerte.
Quizá los poemas de Benedetti que he seleccionado no sean los mejores ni los más adecuados para esta entrada, pero son ilustrativos de esa búsqueda de la verdad, sin cortapisas, y de su manera de comprender la vida, el amor y la muerte.
Pasatiempo
Cuando éramos niños los viejos tenían como treinta un charco era un océano la muerte lisa y llana no existía. Luego cuando muchachos los viejos eran gente de cuarenta un estanque un océano la muerte solamente una palabra. Ya cuando nos casamos los ancianos estaban en cincuenta un lago era un océano la muerte era la muerte de los otros. Ahora veteranos ya le dimos alcance a la verdad el océano es por fin el océano pero la muerte empieza a ser la nuestra.
Táctica y estrategia
Mi táctica es mirarte aprender como sos quererte como sos. Mi táctica es hablarte y escucharte construir con palabras un puente indestructible. Mi táctica es quedarme en tu recuerdo no sé cómo ni sé con qué pretexto pero quedarme en vos. Mi táctica es ser franco y saber que sos franca y que no nos vendamos simulacros para que entre los dos no haya telón ni abismos. Mi estrategia es en cambio más profunda y más simple. Mi estrategia es que un día cualquiera no sé cómo ni sé con qué pretexto por fin me necesites.
5 comentarios:
uf, para mí Benedetti también va unido a los primeros años de universidad. Táctica y estrategia forma parte de mis diecinueve!!!
besos
Has escrito una entrada muy sentida. Y los poemas seleccionados a mí sí me parecen de los mejores. Un abrazo
Yo me siento de la generación de "Táctica y estrategia", aunque no haya sabido llevar al pie de la letra tan sabio poema.
Gracias por vuestros comentarios, Elisabet, Marian y Lu. Me gusta aquello de la "generación de "Táctica y estrategia"", porque creo que Benedetti no escribía poesía, realmente, sino lecciones sobre la vida. Con su muerte, hemos perdido un maestro y un sabio.
Y hemos cogido la misma foto, :) SAbes, yo tampoco llegué a conocerlo, llegué unos meses tarde al taller... Pero siento lo mismo que tú, como cuando se fue Ángel González, y esa noche espontánea en la que le hicimos un homenaje... Seguro que nos saldría otro con versos de Benedetti... Ahora que queda poco para acabar el curso, hemos de montar una... Hasta pronto y suerte opositoria!!!
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