Portada de Tormentas de verano, tomada de Alupa. |
Tormentas de verano es la segunda novela de mi buen amigo Sergio R. Alarte, editada por Alupa,y su primera incursión en el género de la literatura juvenil. Con anterioridad, había publicado El yelmo del caballero, una novela de fantasía épica, y Butterfly, una colección de relatos de ciencia ficción que trata de recuperar las clásicas "Space-Opera", que tan populares fueron en la segunda mitad del S. XX. Esta última obra, además, está a cargo de Kelonia, la editorial que fundó junto con su mujer, Carmen Cabello, gran conocedora de este microuniverso literario y persona de múltiples recursos para la edición.
La presentación de Tormentas de verano se celebró a mediados del pasado mes de febrero en el Bibliocafé de Valencia, de la mano de los escritores Anabel Botella y David Mateo, con la participación, inestimable, de la editora de Alupa. Allí se desgranaron algunas claves para comprender la novela, su proceso de escritura y de edición, en un ambiente relajado, casi festivo, salpicado de varias caras conocidas y con la presencia de algunos amigos con los que hemos compartido pupitre en la Facultad de Filología y escenario en el Grupo Poétiko de Laura y el perro de Ábalos.
Con el fin de facilitar la lectura de mi comentario crítico de Tormentas de verano, he decidido repartir su contenido entre dos entradas sucesivas, que publicaré entre hoy y mañana. Hoy trataré el estilo, tramas y estructura. Mañana desgranaré las referencias, personajes, espacios narrativos y algunos aspectos interesantes de esta obra.
La lectura de la novela reveló, en primer lugar, un cambio de estilo más sencillo, coherente y depurado, más profesional y próximo al del género de la Literatura Juvenil, lo que lo hace asequible al público lector adolescente, pero también al adulto, sin que caiga en el tedio o en la impresión de que solo es un libro para niños. Esta evolución se aprecia todavía más si se compara con su obra inmediatamente anterior, Butterfly, que publicó dos meses antes, donde se aprecian ya los primeros rasgos de este nuevo uso de las palabras.
El manejo de los elementos tradicionales y más innovadores de la LIJ constituye, en segundo lugar, otro de los grandes valores de Tormentas de verano. Se sirve de la protagonista, Julia, una chica de catorce años, aficionada a la literatura, para narrar la historia, dotarla de unidad y lograr que el lector se identifique, es decir, empatice con ella, y así mantener su atención. La elección del narrador y del punto de vista femenino, -en el que priman no solo la pasión por las artes, sino el valor de la amistad entre chicas, los primeros escarceos amorosos y cierto enfrentamiento con los chicos en clave de "guerra de sexos"- apuntan a las lectoras de edades cercanas como segmento mayoritario entre el público lector adolescente.
La trama, por su parte, participa de los elementos comunes del género, pero también de los más populares entre la narrativa contemporánea para adultos. Sergio R. Alarte desarrolla, por un lado, una trama de carácter metaliteraria y culturalista, centrada en las actividades del JAE y en la relación que establece la protagonista con la mayoría de los personajes ligados a este curso, y, por otro, una trama policíaca y de misterio, con ciertos tintes de ficción científica y políticos, donde Julia pierde protagonismo en favor de personajes secundarios o adultos que no aparecían hasta entonces y que nada tienen que ver con las artes. Ambas tramas se organizan en una estructura enmarcada, puesto que la metaliteraria abraza la policíaca al abrir y cerrar la novela, engarzadas por una sólida narración lineal, cronológica, que tan solo se ve alterada por el flashback principal, que desvela, a posteriori, el desenlace de la línea argumental de misterio, en un claro homenaje a Cervantes, cuando, sin esperarlo, interrumpió el relato al dejar al Vizcaíno y don Quijote con las espadas en alto.
Con el fin de facilitar la lectura de mi comentario crítico de Tormentas de verano, he decidido repartir su contenido entre dos entradas sucesivas, que publicaré entre hoy y mañana. Hoy trataré el estilo, tramas y estructura. Mañana desgranaré las referencias, personajes, espacios narrativos y algunos aspectos interesantes de esta obra.
La lectura de la novela reveló, en primer lugar, un cambio de estilo más sencillo, coherente y depurado, más profesional y próximo al del género de la Literatura Juvenil, lo que lo hace asequible al público lector adolescente, pero también al adulto, sin que caiga en el tedio o en la impresión de que solo es un libro para niños. Esta evolución se aprecia todavía más si se compara con su obra inmediatamente anterior, Butterfly, que publicó dos meses antes, donde se aprecian ya los primeros rasgos de este nuevo uso de las palabras.
El manejo de los elementos tradicionales y más innovadores de la LIJ constituye, en segundo lugar, otro de los grandes valores de Tormentas de verano. Se sirve de la protagonista, Julia, una chica de catorce años, aficionada a la literatura, para narrar la historia, dotarla de unidad y lograr que el lector se identifique, es decir, empatice con ella, y así mantener su atención. La elección del narrador y del punto de vista femenino, -en el que priman no solo la pasión por las artes, sino el valor de la amistad entre chicas, los primeros escarceos amorosos y cierto enfrentamiento con los chicos en clave de "guerra de sexos"- apuntan a las lectoras de edades cercanas como segmento mayoritario entre el público lector adolescente.
La trama, por su parte, participa de los elementos comunes del género, pero también de los más populares entre la narrativa contemporánea para adultos. Sergio R. Alarte desarrolla, por un lado, una trama de carácter metaliteraria y culturalista, centrada en las actividades del JAE y en la relación que establece la protagonista con la mayoría de los personajes ligados a este curso, y, por otro, una trama policíaca y de misterio, con ciertos tintes de ficción científica y políticos, donde Julia pierde protagonismo en favor de personajes secundarios o adultos que no aparecían hasta entonces y que nada tienen que ver con las artes. Ambas tramas se organizan en una estructura enmarcada, puesto que la metaliteraria abraza la policíaca al abrir y cerrar la novela, engarzadas por una sólida narración lineal, cronológica, que tan solo se ve alterada por el flashback principal, que desvela, a posteriori, el desenlace de la línea argumental de misterio, en un claro homenaje a Cervantes, cuando, sin esperarlo, interrumpió el relato al dejar al Vizcaíno y don Quijote con las espadas en alto.
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