domingo, 9 de noviembre de 2008

Carlos Edmundo de Ory: de vuelta a las antologías

Uno de mis poetas predilectos es Carlos Edmundo de Ory (Cádiz, 1923), emblema del Postismo, o Postsurrealismo, de mediados del siglo XX. Sus poemas, oníricos, románticos unas veces, irónicos otras, rescataban las viejas maneras de las Vanguardias (la "Hipérbole del amoroso" podría haberlo firmado Oliverio Girondo, sin ir más lejos) en medio de un panorama literario dominado por la poesía social, desarraigada, de Blas de Otero, Gabriel Celaya o José Hierro, por citar los más importantes, y por la poesía garcilasista, arraigada, de José García Nieto, José Luis Cano o Rafael Morales. Tan sólo el "Grupo Cántico", en el que destacaban Ricardo Molina y Pablo García Baena, que pretendía recuperar la poética de la Generación del 27, se unía a la tendencia antirrealista del Postismo.
Sin embargo, no ha sido el azar o la nostalgia la que me ha inducido a pensar en Edmundo de Ory, sino la publicación de la antología Poesía de la primera generación de la posguerra, edición de Santiago Fortuño Llorens, en la colección LETRAS HISPÁNICAS de CÁTEDRA. Este volumen hace inventario de los poetas que se formaron alrededor de las revistas Espadaña y Garcilaso, pero sin olvidar a los ya citados del "Grupo Cántico" o a los postistas. Es, por tanto, una muestra muy completa del panorama poético de los años cuarenta y cincuenta en España, actualizada en fechas y estudios recientes de crítica literaria.
Los poemas que cito a continuación no figuran en esta antología; son de la página web "A media voz", pues he considerado que sería mejor opción completar los que allí aparecen ("Oda a las muchachas", "Dame Dios este verso", "Inspirado en un retrato de Jec"...) que parafrasearlos. Valgan, entonces, para conocer más y disfrutar mejor de la obra de Carlos Edmundo de Ory.


EN UN CAFÉ

He vuelto ahora sin saber por qué
a estar triste más triste que un tintero
Triste no soy o si lo soy no sé
la maldita razón porque no quiero

He vuelto ahora sin saber por qué
a estar triste en las calles de mi raza
He vuelto a estar más triste que un quinqué
más triste que una taza

Estoy sentado ahora en un café
y mi alma late late
de sed de no sé qué
tal vez de chocolate

No quiero esta tristeza medular
que nos da un golpe traidor en una tarde
Pide cerveza y basta de pensar
El cerebro está oscuro cuando arde.


HYPOCRITE LECTEUR

Abre hermano la puerta de este libro
alza la tapa de este baúl
que tienes cerca de tu mano morfinómana.

Suspira con educación
quita la mano de la oreja
lee despacio mi alud de cuentos de hadas
que has abierto un baúl de hechicería.

Respira en la pocilga de mi música
los violines en polvo
llora conmigo al recitar mis penas
mis cadenas mis venas mis antenas

mis pañuelos planchados con mis pies
y sabrás por qué soy el poeta sin sueldo
dejado en la frontera con una lavativa.


HIPÉRBOLE DEL AMOROSO

Te amo tanto que duermo con los ojos abiertos.
Te amo tanto que hablo con los árboles.
Te amo tanto que como ruiseñores.
Te amo tanto que lloro joyas de oro.
Te amo tanto que mi alma tiene trenzas.
Te amo tanto que me olvido del mar.
Te amo tanto que las arañas me sonríen.
Te amo tanto que soy una jirafa.
Te amo tanto que a Dios telefoneo.
Te amo tanto que acabo de nacer.

2 comentarios:

José Ángel García Caballero dijo...

pues no lo había leído todavía, pero suena muy bien volver a esa mirada vanguardista, a veces hace falta eso para re-conocer la realidad...

Héctor Monteagudo Ballesteros dijo...

Sí, es cierto. Edmundo de Ory me gusta porque lo veo como un adelantado a la poética de los Novísimos, una especie de eslabón perdido que enlaza el futuro de la Generación de 1970 con el pasado vanguardista de la Generación del 27 y de la literatura latinoamericana, como el Ultraísmo de Borges o el Creacionismo de Huidobro. En este sentido es más hispanoamericano que europeo. Vale la pena leerlo.
Un saludo, Viernes.

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