Desde que el informe PISA nos saca los colores, la lectura ha ido cobrando importancia dentro y fuera del ámbito escolar. En los centros de enseñanza, por ejemplo, se están elaborando los planes de lectura, comunes a todas las materias, que marcan la LOE y la mayoría de las administraciones autonómicas. Tienen la virtud de complementar las actividades de animación a la lectura, circunscritas al terreno literario, con el desarrollo de estrategias de la comprensión lectora y, en algunas comunidades, con el de la expresión escrita y la gestión de bibliotecas escolares; sin embargo, sufren las carencias tradicionales del sistema: falta de medios económicos, de infraestructuras, de formación del profesorado y de oferta de actividades extraescolares que animen a la lectura. En consecuencia, corren el peligro de convertirse en un documento teórico más que se incluya en la PGA del centro, por puro trámite, sin que se aplique de manera efectiva en las aulas.
Por otra parte, es cierto que crece el número de cursos destinados a la formación docente, organizados por diversas entidades y focalizados en distintos aspectos de la lectura. El problema reside en la calidad de los mismos, pues las soluciones que suelen aportar resultan poco prácticas o inviables para la realidad del aula; tan solo hay que revisar algunos de los materiales que las ilustran: fotocopias amarillentas de libros descatalogados o plagios flagrantes en "power point" que insultan la inteligencia de los asistentes. Sin embargo, también hay ponentes que muestran sus propias experiencias, creativas, arriesgadas, positivas, amparadas en un aparato teórico que han ido configurando a partir de una bibliografía diversa, bien digerida, fruto de la curiosidad y del interés por abrir nuevos caminos que faciliten a sus estudiantes el acceso a los libros. Sus lecciones resultan valiosas porque rompen esquemas preconcebidos, destierran tópicos y desautorizan prejuicios largamente arraigados en la profesión con ejemplos concretos, prácticos, extraídos de la realidad. Afortunadamente, son cada día más los compañeros que se suman a esta tendencia, aunque siguen siendo insuficientes si tenemos en cuenta que las deficiencias en la competencia lectora se recrudecen con cada nuevo informe PISA, tal vez, porque no hay un intercambio fluido de información entre profesionales y una formación básica, universalizada, sobre esta destreza en nuestro colectivo.
Fuera del ámbito escolar, la sociedad empieza a interesarse por la lectura como una necesidad y no como un valor más o menos prestigioso del que disfruta una minoría. Se intuye por el espacio que la prensa le dedica, últimamente, a la lectura, como es el caso del diario "El País", que la semana pasado publicó un reportaje sobre el fomento de la lectura en la "web 2.0", que tenía como protagonistas a Toni Solano, autor del blog Re(paso) de lengua, y a Eduardo Larequi, de La bitácora del tigre. Una noticia más polémica, hecha pública esta semana, ha sido la de las declaraciones de Mercedes Cabrera, ministra de Educación, sobre la obligación de leer con los alumnos en el aula, durante la presentación del libro La competencia comunicativa lingüística. No profundizaré más en ella porque hay compañeros blogueros que la han comentado con más acierto del que lo haría yo, aunque opine que cualquier repercusión en los medios sobre este tema, por insuficiente que parezca, no deja de ser un pequeño triunfo.
En conclusión, el nivel de competencia lectora de los adolescentes parece que preocupa a los poderes públicos, pero no destinan los medios necesarios ni se aprovechan adecuadamente los ya disponibles. La claves residen, por lo tanto, en el trabajo diario del profesorado y en el interés de las familias, es decir, en soluciones prácticas que se apliquen a casos concretos. Por nuestra parte, como docentes, también tenemos la responsabilidad de formarnos, la posibilidad de intercambiar opiniones y experiencias que repercutan, positivamente, en nuestras clases. Con este objetivo ha nacido "Lecturas y lectores", una red social en "Ning", coordinada por Juan Antonio González Romano, amigo y compañero de acreditado prestigio. Dejo para una futura entrada los detalles que, a buen seguro, resultarán de gran utilidad para los lectores de "Aguja de marear".
Fuera del ámbito escolar, la sociedad empieza a interesarse por la lectura como una necesidad y no como un valor más o menos prestigioso del que disfruta una minoría. Se intuye por el espacio que la prensa le dedica, últimamente, a la lectura, como es el caso del diario "El País", que la semana pasado publicó un reportaje sobre el fomento de la lectura en la "web 2.0", que tenía como protagonistas a Toni Solano, autor del blog Re(paso) de lengua, y a Eduardo Larequi, de La bitácora del tigre. Una noticia más polémica, hecha pública esta semana, ha sido la de las declaraciones de Mercedes Cabrera, ministra de Educación, sobre la obligación de leer con los alumnos en el aula, durante la presentación del libro La competencia comunicativa lingüística. No profundizaré más en ella porque hay compañeros blogueros que la han comentado con más acierto del que lo haría yo, aunque opine que cualquier repercusión en los medios sobre este tema, por insuficiente que parezca, no deja de ser un pequeño triunfo.
En conclusión, el nivel de competencia lectora de los adolescentes parece que preocupa a los poderes públicos, pero no destinan los medios necesarios ni se aprovechan adecuadamente los ya disponibles. La claves residen, por lo tanto, en el trabajo diario del profesorado y en el interés de las familias, es decir, en soluciones prácticas que se apliquen a casos concretos. Por nuestra parte, como docentes, también tenemos la responsabilidad de formarnos, la posibilidad de intercambiar opiniones y experiencias que repercutan, positivamente, en nuestras clases. Con este objetivo ha nacido "Lecturas y lectores", una red social en "Ning", coordinada por Juan Antonio González Romano, amigo y compañero de acreditado prestigio. Dejo para una futura entrada los detalles que, a buen seguro, resultarán de gran utilidad para los lectores de "Aguja de marear".
9 comentarios:
Lo que más me duele en el (escaso) fomento de la lectura en el aula es que hemos sido, en parte, los profesores quienes hemos desanimado a los alumnos a leer. Me duele cada vez que me preguntan qué trabajo tienen que hacer cuando les recomiendo un libro, porque lo que yo quiero es que lean, no que hagan un trabajo o un control de lectura, y ellos eso no lo entienden, porque la tradición escolar manda que las lecturas se hacen para que el profesor luego pregunte por ellas (y por tanto, para hacer todas las trampas posibles para engañarlo).
Mientras sigamos vinculando el acto de la lectura a la (negativa) nota en la asignatura de lengua, no conseguiremos que lean por placer.
Pienso también que viene muy mal para fomentar la lectura esa obligatoriedad excesiva que se está imponiendo ahora: que si hay que leer en clase, que si pruebas de lecturas, controles, trabajos...que hay que leer (y, por tanto, comprobar que han leído) para aprobar la asignatura...Muchas de esas cosas ya se hacían antes, sin tanta machaconería ni respaldo legislativo, pero ahora con tanta imposición estamos haciendo que los alumnos aborrezcan leer y los profesores aborrezcamos imponer lo que otros nos dicten.
Uno de los elementos que no he contemplado aquí es el del alumnado. Normalmente, cada alumno adopta, por costumbre, las pautas de trabajo del último profesor que le dio clase para esa materia en particular. Forma parte de su concepción de la labor del profesor y les resulta difícil deshacerse de ellas, entre otras razones, porque les costó adquirirlas y no llegan a entender del todo por qué deben cambiarlas si en el pasado les funcionó. Las lecturas obligatorias son una costumbre arraigada entre muchos compañeros, así como el control de lecturas como método de evaluación, que suelen contar, además, con el respaldo departamental y legislativo. Por consiguiente, el profesor que decide prescindir de la obligatoriedad de las lecturas se encontrará solo ante el alumnado, los compañeros del Departamento y la ley en sí. "Dar de leer" en clase, como recomendaba Pennac, no resulta viable como método único de trabajar las lecturas. La mejor opción es una solución intermedia que combine lecturas obligatorias y una amplia variedad de lecturas voluntarias, tal y como he citado algunas veces en este blog. Otra opción es la de ofertar más de una lectura obligatoria por trimestre. Es la que he decidido para este curso, porque permite elegir al alumno entre lecturas que contemplan distintos niveles de competencia.
Gracias por vuestros comentarios.
Gracias, Héctor, por contribuir a la difusión de este proyecto común. Tiempo habrá de comentarlo pero, en efecto, como apunta Antonio, hay que intentar desvincular la actividad lectora de otras actividades escolares. Un ejercicio de recensión lectora no puede ser un examen que se califique como los demás; si cada lectura se asocia a un trabajo, malo: el alumnado entenderá la lectura como un ejercicio escolar, no vital y, fuera de la escuela, no leerá.
Pero no es menos cierto que es más fácil aficionarse a leer leyendo que sin hacerlo (lo mismo que es más fácil aprender a nadar dentro de una piscina que fuera; corres el riesgo de ahogarte, bien es cierto, pero es un riesgo necesario). Nuestra misión también es dar ese empujoncito al alumnado para que lea, tirarlo a la piscina.
Nos vemos en "lecturas y lectores": esta cuestión de la obligatoriedad de la lectura sería un buen tema para un foro (te invito, Héctor, a que lo comiences).
Gracias, Juan Antonio, por tu comentario. A veces creo que también somos prisioneros de las lecturas obligatorias, y la única forma de asegurarnos de que las lean es ofrecer un incentivo, es decir, una calificación. Muchos de nuestros alumnos no hacen nada si no es por una nota, por mínima que sea. Es triste, pero es verdad. Constituye uno de los grandes defectos del sistema y contribuimos ciegamente a ello porque siempre hay chavales que ni siquiera les importa esa calificación,ni nada que esté relacionado con el estudio; en algunos casos, tampoco les apetece salir al mundo laboral y permanecen en el centro, con el beneplácito de sus padres, aunque ya hayan cumplido los 16 años. Estos alumnos mediocres hacen buenos a los ambiciosos, al menos a nuestros ojos. Además, los que demuestran gusto por la lectura suelen ser buenos estudiantes o con posibilidades de aprobar nuestra asignatura sin demasiados problemas; el inconveniente es que su número se reduce a medida que crecen. Por tanto, las lecturas obligatorias deben estar encaminadas a preservar hábitos lectores, y menos a fomentar la lectura. La clave, al menos así lo creo, reside en una selección acertada de los libros. Las lecturas voluntarias, en cambio, sí que deben fomentar la lectura y han de estar abiertas a las sugerencias de los lectores habituales. No tienen por qué ser evaluadas como un trabajo de clase para que el adolescente no las perciba como una sobrecarga a sus tareas diarias. Éste es el criterio que he adoptado para la elaboración de las listas de lecturas para 2º ciclo de ESO y 1º de Bachillerato que están disponibles en este blog. Soy consciente de que tienen fallos y me he propuesto revisarlas durante este curso a partir de títulos que vaya leyendo y de la información que recopile en clase. También estoy confeccionando una lista para primer ciclo de ESO, desde un enfoque temático, aunque me enfrento al inconveniente de que no doy clase a ningún grupo de este nivel.
Finalmente, me gustaría estar más al tanto de las actividades de animación lectora que se realizan fuera del ámbito escolar, un complemento necesario para esta labor, pero no dispongo del tiempo suficiente, ya que mucho se va en corregir y preparar las clases, así como en elaborar material nuevo. Es una de las causas por las que no he participado tanto en "Lecturas y lectores" como quisiera. De todas formas, procuraré iniciar este debate en la red, porque sé que tu opinión y la del resto de compañeros me puede ayudar bastante. Un saludo.
uy intresante reflexión, Héctor, nada extraño por estos lares. Te animo a que inicies, como has apuntado, este debate en la red de lecturas y lectores, para solicitar la colaboración de todos los participantes y animar la página.
Un saludo.
Es evidente que el planteamiento de la lectura literaria por parte de de los docentes de secundaria y en especial los de lengua y literatura, no es como el que realizan los de primara, que además suelen ser los tutores y a ellos les corresponde impartir lengua y literatura entre otras áreas. Naturalmente también los contenidos de esta área son distintos por lo que a la lectura literaria se refiere, en estas dos etapas educativas.
Sin embargo creo que hay un aspecto común y no suficientemente delimitado que guarda relación con los escasos índices de lectura, e incluso el rechazo por parte de sectores del alumnado adolescente de secundaria, y que se refiere al tratamiento escolar de los diferentes usos de la lectura.
Las causas como bien apuntáis en vuestros comentarios, son múltiples y variadas, pero quiero referirme a ésta última que acabo se señalar.
Se aprende a leer y se lee para aprender, estos son los dos usos generalmente asumidos por la institución escolar, pero se ha descuidado precisamente el que hace de la lectura un acto singular y único por parte de los lectores que se entregan a ella:leer por leer,la dimensión placentera y lúdica de la lectura.
¿Cómo ha cultivado la escuela y los docentes este aspecto de la lectura? ¿Qué tipo de lecturas ha ofrecido? ¿Y cuándo lo ha hecho, con qué propósito o finalidad las utilizaba?
Se puede leer para buscar una información, responder un cuestionario, comentar un texto literario, interpretar una obra poética, argumentar una explicación...La escuela sin duda ha propiciado todas estas tareas a través de secuencias didácticas de las programaciones en las distintas áreas; y los escolares por su parte, han ido asumiendo que leer representa hacer muchas más cosas que el simple acto lectura, y no han comprendido (quizá los docentes tampoco lo hemos transmitido ni planificado con una intervención adecuada) que leer es mucho más que todo eso...que a través de la lectura tendrán que aprender a dar respuesta a muchas situaciones reales que les planteará la vida - y no sólo las ficticias que se les plantea en los usos escolares- pero sobre todo y fundamentalmente, que leer es adentrarse en un imaginario colectivo y vivir las vidas de otros y disfrutar en esa ficción que nada nos exige sino nuestra entrega voluntaria a un acto individual por escelencia que además es el más placentero y gratificante de la lectura.
Pero esta dimensión también hay que cultivarla planificando estrategias y recursos adecuados y contando con el apoyo de otras instituciones, sin olvidar el papel fundamental de las familias.
Los potenciales lectores -nuestros alumnos- deben saber cuando leen, el propósito de su lectura: si leen para responder a cualquier demanda didáctica establecida por su profesor, o si leen única y exclusivamente por deleite y placer.
Gracias por tu comentario, Rosa. Estoy de acuerdo con todo lo que dices. En primer lugar, uno de los principales problemas que tiene el fomento de la lectura es la pérdida del hábito lector entre los alumnos que pasan de 6º de Primaria a 1º de ESO. Es un hecho demostrado que esta pérdida se acrecienta a lo largo de la Secundaria, pero a un ritmo menor. No sería descabellado que la causa esté en las diferencias metodológicas entre los compañeros de Primaria y de Secundaria a la hora de trabajar la lectura. Por mi experiencia, que tampoco es mucha, lo primero que acusan los estudiantes que comienzan el instituto es el número de profesores que les dan clase. No lo llegan a entender del todo y nosotros tampoco sabemos a qué pautas están acostumbrados y cómo solucionarlo. Una de las propuestas que se querían aplicar desde Conselleria para primer ciclo era reducir la plantilla para evitar problemas como éste. No estoy seguro de que sea la mejor solución. En cambio, creo que una mayor coordinación entre los centros de Primaria y Secundaria sería una buena idea, comenzando por sus respectivos planes de lectura.
Por otra parte, las estrategias de comprensión lectora, comunes a casi todas las áreas, son imprescindibles para disfrutar de la lectura literaria y para desenvolverse en la vida. De hecho, estoy convencido de que el problema no es, en todos los casos, que les disguste la lectura en sí, sino que su escasa competencia lectora les impide comprender lo que leen y, en consecuencia, no encuentran placer en ella. Por lo tanto, idear estrategias que desarrollen esta destreza debe ser, en el fondo, una animación a la lectura.
Para terminar, también comparto el punto de vista de que la lectura, como tarea escolar, en este caso, debe tener una finalidad clara, que puedan comprender fácilmente.
Siento la tardanza en contestar a tu comentario y espero que no lo tengas en cuenta a la hora de intervenir en este blog. Tu opinión siempre será bien recibida. Hasta pronto.
Yo soy la que siente la tardanza en contestar a tu comentario y sobre todo después de que aparezcan nuevas entradas en el blog, que además no puedo comentar por mi desinformación al respecto, aunque me interesan y he estado buscando los microrelatos a los que hacéis referencia.
Respecto al tema de fomento de la lectura he de añadir que tampoco en primaria se hace mucho en este sentido, lo que posiblita en esta etapa cierta intervención en el tema es que pueda abordarse desde diferentes áreas, mientras que en secundaria suele entenderse que la "lectura" y todas las actividades relacionadas con la misma, son tarea de los docentes de lengua y literatura.
Es lamentable que no se cuente con planes de lectura que contemplen una programación adecuada de actividades y recursos para todas las áreas, pero también es cierto que nuestra administración educativa no los promueve y desatiende tanto la formación permanente del profesorado en materia de educación literaria, como los recursos destinados a la mejora de bibliotecas escolares y planes para dinamizarlas.
Estoy de acuerdo que sería necesaria una mayor coordinación entre el tercer ciclo de primaria y el primero de secundaria, pero tampoco sería posible si no existe un "plan establecido" de actuación al respecto ¿Cómo vamos a coordinar si no sabemos con claridad qué se está haciendo para fomentar la lectura?...
Gracias por animarme a intervenir en el blog. Seguiré haciéndolo en cuanto tenga argumentos para ello.
Hasta pronto
Rosa
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