Italo Svevo, seudónimo de Aron Héctor Schmidt, nació en Trieste en 1861, hijo de madre italiana y de padre alemán, y murió en Motta di Livenza en 1928. Fue periodista, escritor y gran lector de autores clásicos, como Shakespeare o Turgueniev. La primera novela que publicó, Senilidad, pasó desapercibida para público y crítica. Más tarde, con La conciencia de Zeno, consiguió el reconocimiento que debía y se postuló como uno de los autores "necesarios" de principios del siglo XX, junto con Kafka o Joyce, quien confesó su admiración por el escritor italiano.
El librito que vamos a reseñar incorpora algunas fábulas dispersas en sus novelas y otras que aparecieron mezcladas con cuentos y relatos cortos. La responsable de su publicación es Gadir Editorial, que encargó la traducción a Carlos Manzano y las ilustraciones a Pablo Auladell. Las fábulas se estructuran en cuatro secciones: "Fábulas. Hombres y animales", "Las fábulas de Zeno", "Historias de alas" y "Argo y su amo". La segunda y tercera sección se componen de textos extraídos de La conciencia de Zeno y de Una burla lograda; y todas, a su vez, son deudoras de la tradición fabulística iniciada por Esopo y Fedro, así como de sus continuadores, La Fontaine y Samaniego. A partir de estos modelos, Italo Svevo compuso sus fábulas adaptándolas a su tiempo (en "Un suicidio" nombra al pensador Herbert Spencer, célebre en la época) y dotándolas de un humor agridulce, con más partes de pesimismo y misantropía de lo que el lector espera. Esto se advierte en la crítica social al asentamiento del utilitarismo o del pragmatismo moderno, como, por ejemplo, en la moraleja de "El asno y el papagayo", o al materialismo, en "Indispensable", que recuerda a la famosa letrilla de Quevedo, e incluso a la veneración de la juventud, que ejemplifica "El viejo enfermo". Los protagonistas que encarnan los vicios o las virtudes humanas no siempre son animales, ni siquiera hombres; algunas veces es Dios quien representa estas debilidades mundanas, un recurso que le sirve al autor para subrayar su misantropía, tal y como aparece en "No hay placer" o en "Dinero y cerebro".
Las Fábulas de Italo Svevo es una pequeña joya literaria, tanto por la calidad de los textos como por la edición del libro. La elección del género y el tratamiento de los temas lo capacitan como regalo para niños y adultos, pues necesita de más de una lectura para comprender, sino aprender, todo lo que su autor pretende transmitir. Espero que las tres fábulas que siguen convenzan al lector de estas palabras:
El hombre y los peces
"Si el hombre nos resulta tan peligroso con las redes que arroja desde el aire, ¿qué será, si consigue penetrar nuestras aguas?", preguntó una dorada.
Y el tiburón, que tenía experiencia, respondió: "Un buen bocado".
La liebre y el automóvil
Una estúpida liebre vio pasar un automóvil.
"¡Oh!", gritó. "Los hombres han inventado la rueda".
Un pajarito advirtió que la puertecita de su jaula había quedado abierta. Al principio, pensó en aprovechar para escapar volando, pero después cambió de opinión temiendo perder su libertad, si, durante su ausencia, volvía a cerrarse la puertecita.
Extraído de "Las fábulas de Zeno".
Las Fábulas de Italo Svevo es una pequeña joya literaria, tanto por la calidad de los textos como por la edición del libro. La elección del género y el tratamiento de los temas lo capacitan como regalo para niños y adultos, pues necesita de más de una lectura para comprender, sino aprender, todo lo que su autor pretende transmitir. Espero que las tres fábulas que siguen convenzan al lector de estas palabras:
El hombre y los peces
"Si el hombre nos resulta tan peligroso con las redes que arroja desde el aire, ¿qué será, si consigue penetrar nuestras aguas?", preguntó una dorada.
Y el tiburón, que tenía experiencia, respondió: "Un buen bocado".
La liebre y el automóvil
Una estúpida liebre vio pasar un automóvil.
"¡Oh!", gritó. "Los hombres han inventado la rueda".
Un pajarito advirtió que la puertecita de su jaula había quedado abierta. Al principio, pensó en aprovechar para escapar volando, pero después cambió de opinión temiendo perder su libertad, si, durante su ausencia, volvía a cerrarse la puertecita.
Extraído de "Las fábulas de Zeno".
3 comentarios:
a mí me convencen, sí señor, gracias por la reseña, :)
De nada, Viernes. Cada vez me gusta más transitar por caminos poco trillados, como el de Italo Svevo.
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