El diario Público recoge hoy una encuesta sobre los libros más leídos durante el último semestre de 2008. El método utilizado fue la entrevista telefónica a 12.800 personas, mayores de 18 años y residentes en España. Los resultados que publica este medio no sólo citan los títulos que han confesado leer los entrevistados, sino sus preferencias según las variables de sexo y edad.
Lo más llamativo de este muestreo es la rotunda homogeneidad entre los lectores adultos. El niño con el pijama de rayas, de John Boyne, se erige como ganador absoluto en todas las categorías seguido, de cerca, por Los pilares de la tierra y Un mundo sin fin, de Ken Follet, La catedral del mar, de Ildefonso Falcone, y El juego del Ángel y La sombra del viento, de Carlos Ruiz Zafón. En puestos inferiores se mantienen otros autores de "best-sellers" como Stieg Larsson, Dan Brown, Noah Gordon, Julia Navarro, Katherine Neville, Rhonda Byrne, Matilde Asensi o J. K. Rowling. Destaca, por ser un título de no ficción La Reina muy de cerca, la polémica biografía que escribió Pilar Urbano, que ocupa los puestos 14º-27º de esta lista. Otros parecen ser inmunes al tiempo y a las modas: La Bíblia y El Quijote son dos grandes ejemplos, a los que se suman Cien años de soledad, Los renglones torcidos de Dios, El alquimista y El perfume. Los girasoles ciegos, de Alberto Méndez, El asombroso viaje de Pomposio Flato, de Eduardo Mendoza, y El corazón helado, de Almudena Grandes, novedades de calidad en nuestro mercado editorial, apenas se sostienen en la segunda mitad de la tabla. Más preocupante es la ausencia de Juan Goytisolo, Joan Margarit o Juan Marsé, los grandes premiados del año pasado, aunque tenga cabida el último ganador del Planeta, Juan José Millás, con su novela El mundo.
En definitiva, la tiranía de los superventas y la homogeneización de los gustos de lectura merecen una reflexión que debe ir más allá del terreno literario. Si se desdibujan tanto los límites naturales entre lectores de distintos sexos y franjas de edad, es posible que se deba a motivos que se ocultan en lo más profundo de nuestra sociedad, como la asimilación de una cultura globalizada, única, desprovista de crítica y blanco fácil de cualquier manipulación ideológica que pretenda utilizar el libro, la novela al fin y al cabo, no sólo como producto de consumo, sino como caballo de Troya.
Esta imagen ha sido extraída de la edición digital del diario Público y recoge las variables de sexo y edad sobre los cinco títulos más leídos durante el último semestre de 2008. La tabla donde se recoge la lista completa de títulos y su porcentaje de mención, se encuentra en la edición impresa de 23 de enero de 2009.
En definitiva, la tiranía de los superventas y la homogeneización de los gustos de lectura merecen una reflexión que debe ir más allá del terreno literario. Si se desdibujan tanto los límites naturales entre lectores de distintos sexos y franjas de edad, es posible que se deba a motivos que se ocultan en lo más profundo de nuestra sociedad, como la asimilación de una cultura globalizada, única, desprovista de crítica y blanco fácil de cualquier manipulación ideológica que pretenda utilizar el libro, la novela al fin y al cabo, no sólo como producto de consumo, sino como caballo de Troya.
Esta imagen ha sido extraída de la edición digital del diario Público y recoge las variables de sexo y edad sobre los cinco títulos más leídos durante el último semestre de 2008. La tabla donde se recoge la lista completa de títulos y su porcentaje de mención, se encuentra en la edición impresa de 23 de enero de 2009.
5 comentarios:
Viendo los destacados me dio la impresión de que las lecturas de los hombres van a remolque de las de las mujeres ¿no?
Por otro lado, lo de la banalización de la lectura es un mal menor, frente al peligro de que la lectura se convierta en un acto minoritario.
Un saludo y buen fin de semana.
Uf, cuánta razón tienes, Héctor. Porque al final, yo no sé si vale eso de "mientras la gente lea...". Pero, ¿es que existen realmente medios para que la gente sepa tooooda la literatura de calidad que hay y que pueden elegir? ¿Por qué se sigue creyendo que lo "clásico" o "premiado" en literatura es aburrido?
¿Por qué todo el mundo lee los mismos cuatro o cinco autores, la mayoría de las obras de los cuales son bastante olvidables?
Pppf...
Antonio: es posible, ya que si observamos los gráficos sacaremos dos conclusiones: ellas leen más que nosotros, pero sus lecturas son menos variadas.
Por otra parte, estoy muy de acuerdo contigo en que lo importante es que lean, pero no deja de ser preocupante esa uniformización en los gustos, una tendencia que es reflejo de una sociedad cada vez menos diversa y menos crítica con lo que le rodea.
Elisabet: me alegro mucho de que hayas vuelto. Desde hace un tiempo, he desterrado buena parte de los prejuicios que tenía sobre la literatura comercial. Me gusta más que antes, pero sigo prefiriendo la literatura "de calidad", entre otras razones, porque me supone un reto como lector y disfruto más. Por esta razón, entiendo que a mucha gente no disfrute con este tipo de lecturas y prefiera los "best-sellers". El problema no es que no sepan que existe, porque bibliotecas, librerías y quioscos hay en todas partes, y desde casa o desde el trabajo podemos acceder a internet, sino el alarmante descenso en la calidad de la literatura comercial, y la legión de clones, todavía más infames, que le siguen.
Siempre he dudado de las estadísticas, pues son fácilmente manipulables.
Y siempre he sospechado que detrás de las operaciones de márketing editorial se esconde una mano negra que dirige los gustos de los lectores. ¿Globalización? ¿Uniformización? ¿Pensamiento único?
No lo niego, pues las editoriales son empresas, al fin y al cabo, por lo que están marcadas ideológicamente. Las estadísticas también pueden estar manipuladas, ya que constituyen un argumento muy jugoso. Lo que no me cuadra es que los resultados sean de una claridad rotunda, casi aterradora. Una encuesta manipulada los maquillaría más, porque correrían el riesgo de que la opinión pública no los aceptara. Por tanto, deben ser verdaderos, lo que indica que la lectura ya no es un foco de pensamiento divergente en esta sociedad, sino un posible instrumento al servicio del pensamiento único, un tentáculo más de la globalización, junto con otros productos de consumo, como el cine, la música, etc. Pero con esto no quiero deslegitimar las campañas de fomento de la lectura, más bien subrayar su importancia. Criterios como la variedad, el compromiso social, la imaginación, la calidad literaria o la actualidad deben presidir el diseño de estos planes, pues de ello depende que no cebemos más las estadísticas de "lectores a rayas".
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