Haz un comentario a la siguiente afirmación de Delia Lerner: "La lectura en la escuela aparece desgajada de los propósitos que le dan sentido en el uso social".
"Como ya señalé en las “Cuestiones iniciales”, es un viejo reproche que afecta a la escuela en sí, no sólo a la lectura. Es posible que se deba a que el ámbito escolar se caracterice por ser un entorno controlado, distinto de otros entornos sociales, donde el alumno no sólo se presupone que aprende, sino que se sabe resguardado de peligros “adultos”, como los que le puedan acechar en casa o en la calle. Esto es así, porque velan por él una legislación educativa y una normativa interna que la directiva y el personal docente se encargan de aplicar. Esta característica también condiciona las relaciones sociales y, en consecuencia, el lenguaje que se utiliza, lo que repercute, por extensión, en los textos, que deben ser políticamente correctos, no sólo para educar en valores, sino para protegerlos de asuntos embarazosos como el sexo mal entendido, el racismo, la homofobia, el machismo o las drogas, por citar unos cuantos que sí son habituales en la sociedad. Por tanto, la escuela es y debe ser reflejo de la sociedad, pero no la sociedad en sí, lo que limita buena parte de los usos sociales de la lectura.
El otro elemento relevante es el alumno. Su nivel de competencia lectora, estado de madurez y falta de experiencia en muchos campos de la vida, como el laboral, influye para que no se contemplen todos los usos sociales de la lengua que serían necesarios en un individuo adulto, ya que el adolescente no llega a comprenderlos ni a entender del todo para qué sirven. Tampoco ayuda que muchos de los textos que se proponen sean recreaciones chapuceras, presuntamente adaptadas a su nivel de comprensión, o simplificaciones más o menos fragmentarias de un documento más amplio. A la escasa veracidad se le suma que muchos adquieren verdadero sentido en la situación comunicativa en que se inscriben, es decir, con un contexto, receptor y finalidad o propósito comunicativo determinados, lo que constituye un problema que sobrepasa las competencias del ámbito educativo. Sin embargo, también se puede esgrimir como contraargumento que sería posible simular la situación comunicativa necesaria para una entrevista de trabajo, por ejemplo, que requiriese de un currículo vítae o de una carta de presentación, pero correríamos el peligro de que degenerara en una farsa, pues tanto los alumnos como los docentes sentirían la falta de realidad".
3 comentarios:
Como bien dices, no es solo la lectura la que aparece alejada del contexto social, lo que nos debería llevar a replantear muchas de las rutinas instauradas en la escuela.
Celebro que incluyas tus reflexiones en el blog.
Algunas reflexiones en este sentido afectan a lo que consideraríamos una sociedad estándar, en la que la lectura existe. Sin embargo, se da la circunstancia de que, para bastantes alumnos (en niveles muy bajos) la lectura fuera del aula no existe. Hace unos años, al menos se podían considerar los tebeos o revistas como lectura social, pero ahora ese lugar lo ocupan las redes sociales, tuenti, metroflog, etc. con el desequilibrio de modelo lingüístico que ello supone.
A mi juicio, todo pasa por devolver espacios a la lectura fuera del aula, una tarea demasiado grande como para dejarla exclusivamente en manos de la escuela.
Un saludo.
Lu: gracias por tus palabras de ánimo. Sí, es necesario aproximar la lectura a su contexto social, reformular muchas de las premisas teóricas por las que nos guiamos, pero cambiar las rutinas escolares es algo que requerirá más tiempo y esfuerzo.
Antonio: estoy de acuerdo contigo. La escuela tiene sus límites, aunque cumpla una función social, sobre todo entre aquellos que no traen el hábito lector de casa y que, posiblemente, no lo vayan a desarrollar después de su etapa académica: yo los llamo "Bartlebys", por Vila-Matas, pues también afecta a la práctica de la escritura. Este factor es el que me ha hecho dudar de las tesis de Pennac para considerar las lecturas obligatorias como un "mal necesario", ya que muchos de estos alumnos "Bartleby", entre los que habrá algunos con titulación universitaria, no leerán otros libros a lo largo de su vida. En otras palabras, la mayoría de sus referencias estrictamente literarias estarán ligadas al periodo escolar, sin que tengan, en todos los casos, tintes negativos.
Respecto a las nuevas formas de lectura, todavía leen cómics y periódicos, pese a que, cada vez, dediquen más tiempo a leer en la pantalla. Pienso que, en este campo, la escuela se está quedando atrás y que debería integrarlas en las rutinas que mencionaba Lu. Para ello, resultan interesantes los trabajos de Cassany y de Zayas sobre la lectura digital.
Gracias por tu comentario, Antonio.
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