El sábado, 22 de abril, se cumplieron diez años de la primera entrada que publiqué en este blog, Aguja de marear. Aquel viaje inaugural fue el punto de partida para una travesía para la que aún no vislumbro puerto, aunque haya padecido marejadas de desigual intensidad y momentos de calma tensa, que me obligaron a plegar las velas a la espera de tiempos mejores.
Los detalles del viaje se fraguaron en un curso de animación a la lectura en el CEFIRE de Valencia, en una sesión práctica que maridaba con las TIC por la notoriedad que estaban adquiriendo los blogs como epicentro del enfoque por proyectos en Segundo Ciclo de Secundaria. La ponente fue Angus Iglesias, que presentó la antología de la Generación del 27 en línea que realizó con sus alumnos de 4º de ESO en forma de wiki y cuyo diario pedagógico recogió en un blog creado con Blogspot. La práctica de esa sesión, por lo tanto, se centró en que nos familiarizáramos con la plataforma de Google, para crear nuestro propio blog y explorar aquel territorio hasta entonces desconocido para muchos de los que estábamos allí. Nos organizaron por parejas, pues no había ordenadores suficientes en la sala del CEFIRE, y proyectaron los pasos necesarios para crear una cuenta en Gmail -que todavía conservo- e iniciar sesión en Blogger. Tras enredar con plantillas, "headers" (o cabeceras), "footers" y demás elementos virtuales, nos introdujo en el proceloso mar de los "gadgets", de los artilugios digitales, de herramientas TIC como Librarything (que recuperé años más tarde), Google Calendar o Google Maps, bien fuera para incrustarlas en la "sidebar" (o columna lateral), bien para figurar en alguno de los "posts" o entradas de la "timeline", por estricto orden cronológico inverso. Tenía como pareja de PC a Amparo Abarca, compañera de especialidad, con la que trabajé después y a la que tengo gran aprecio, pues amenizó aquella sesión que pudo ser árida por la abundancia de conceptos técnicos nuevos. Sin embargo, Aguja de marear no nació en el pesebre del CEFIRE, sino unas horas más tarde, cuando llegué a casa y pude manipular mi propio ordenador. Necesitaba algo de tiempo y soledad para asimilar lo que había aprendido ese día con el fin de ponerlo en práctica en un blog de prueba, en fase de borrador. que virtualizase esos conocimientos. Para ello, primero necesitaba un nombre, que comenzase por "a" para que fuera indexado al inicio de cualquier lista de blogs, de los que aún quedan numerosos ejemplos. Tras darle algunas vueltas, elegí "aguja de marear" porque era sinónimo de bitácora, de diario náutico, y porque recordaba a la que compuso Quevedo para atacar a Góngora. El propósito, en este primer momento, no estaba definido; tan solo pretendía compartir las tareas que realizaba en los cursos de formación del profesorado, para provecho del lector ocasional, y de otros materiales que tenía almacenados en mi disco duro.
El segundo momento o renacimiento del blog vino como proyecto final del Diploma de Posgrado de Literatura Infantil y Juvenil que cursé con Gemma Lluch en la Universidad de Valencia. Esto supuso una reorientación definitiva hacia el fomento de la lectura, que paulatinamente se amplió con la escritura creativa y la aplicación de las TIC en el aula. Esta ampliación fue consecuencia de la actividad diaria y de la relación con autores de Literatura Juvenil en la Comunidad Valenciana, por un lado, y de la curiosidad por las Nuevas Tecnologías, ya fuera desde el aprendizaje informal que alimentaban otros blogs, webs y redes sociales (Twitter, Facebook, Pinterest, etc.), como del formal, en cursos especializados, muchos de ellos en línea, pero también presenciales, para la implementación de las TIC. Para las asechanzas del día y día -y sus necesidades-, creé el blog de aula Anatomía del verbo, en 2008, destinado a alumnos, padres y compañeros a los que les pueda ser útil mi trabajo.
La comunión entre los tres fines, así como los modelos para administrar, mejorar y adecuar a los tiempos, siempre cambiantes, del ámbito educativo, los encontré en los espacios digitales de Re(paso) de Lengua, de Toni Solano; A pie de aula, de Lourdes Domenech; Darle a la lengua, Felipe Zayas; Depasseig, de Elisabet Roig; Darabuc, de Gonzalo García; Blogge@ndo; En ocasiones... leo libros, de Carlota Bloom; Apuntes de Lengua, de Pep Hernández; Profesor en la Secundaria, de Joselu; Sapere aude!, de Esther Esorihuela; La bitácora de la Lengua, de Alberto G.; El umbral de la palabra, de Mª José Chordá; Palabras azules; De poetas y piratas, de Elisa Tormo; y tantos otros que aún están frente al teclado o que han decidido hacerse a un lado por circunstancias puramente vitales.
Por último, he recopilado las entradas más representativas de Aguja de marear y algunas de las repercusiones que ha tenido en otros espacios digitales en la línea cronológica que aparece a continuación, elaborada con Storify.
Los detalles del viaje se fraguaron en un curso de animación a la lectura en el CEFIRE de Valencia, en una sesión práctica que maridaba con las TIC por la notoriedad que estaban adquiriendo los blogs como epicentro del enfoque por proyectos en Segundo Ciclo de Secundaria. La ponente fue Angus Iglesias, que presentó la antología de la Generación del 27 en línea que realizó con sus alumnos de 4º de ESO en forma de wiki y cuyo diario pedagógico recogió en un blog creado con Blogspot. La práctica de esa sesión, por lo tanto, se centró en que nos familiarizáramos con la plataforma de Google, para crear nuestro propio blog y explorar aquel territorio hasta entonces desconocido para muchos de los que estábamos allí. Nos organizaron por parejas, pues no había ordenadores suficientes en la sala del CEFIRE, y proyectaron los pasos necesarios para crear una cuenta en Gmail -que todavía conservo- e iniciar sesión en Blogger. Tras enredar con plantillas, "headers" (o cabeceras), "footers" y demás elementos virtuales, nos introdujo en el proceloso mar de los "gadgets", de los artilugios digitales, de herramientas TIC como Librarything (que recuperé años más tarde), Google Calendar o Google Maps, bien fuera para incrustarlas en la "sidebar" (o columna lateral), bien para figurar en alguno de los "posts" o entradas de la "timeline", por estricto orden cronológico inverso. Tenía como pareja de PC a Amparo Abarca, compañera de especialidad, con la que trabajé después y a la que tengo gran aprecio, pues amenizó aquella sesión que pudo ser árida por la abundancia de conceptos técnicos nuevos. Sin embargo, Aguja de marear no nació en el pesebre del CEFIRE, sino unas horas más tarde, cuando llegué a casa y pude manipular mi propio ordenador. Necesitaba algo de tiempo y soledad para asimilar lo que había aprendido ese día con el fin de ponerlo en práctica en un blog de prueba, en fase de borrador. que virtualizase esos conocimientos. Para ello, primero necesitaba un nombre, que comenzase por "a" para que fuera indexado al inicio de cualquier lista de blogs, de los que aún quedan numerosos ejemplos. Tras darle algunas vueltas, elegí "aguja de marear" porque era sinónimo de bitácora, de diario náutico, y porque recordaba a la que compuso Quevedo para atacar a Góngora. El propósito, en este primer momento, no estaba definido; tan solo pretendía compartir las tareas que realizaba en los cursos de formación del profesorado, para provecho del lector ocasional, y de otros materiales que tenía almacenados en mi disco duro.
El segundo momento o renacimiento del blog vino como proyecto final del Diploma de Posgrado de Literatura Infantil y Juvenil que cursé con Gemma Lluch en la Universidad de Valencia. Esto supuso una reorientación definitiva hacia el fomento de la lectura, que paulatinamente se amplió con la escritura creativa y la aplicación de las TIC en el aula. Esta ampliación fue consecuencia de la actividad diaria y de la relación con autores de Literatura Juvenil en la Comunidad Valenciana, por un lado, y de la curiosidad por las Nuevas Tecnologías, ya fuera desde el aprendizaje informal que alimentaban otros blogs, webs y redes sociales (Twitter, Facebook, Pinterest, etc.), como del formal, en cursos especializados, muchos de ellos en línea, pero también presenciales, para la implementación de las TIC. Para las asechanzas del día y día -y sus necesidades-, creé el blog de aula Anatomía del verbo, en 2008, destinado a alumnos, padres y compañeros a los que les pueda ser útil mi trabajo.
La comunión entre los tres fines, así como los modelos para administrar, mejorar y adecuar a los tiempos, siempre cambiantes, del ámbito educativo, los encontré en los espacios digitales de Re(paso) de Lengua, de Toni Solano; A pie de aula, de Lourdes Domenech; Darle a la lengua, Felipe Zayas; Depasseig, de Elisabet Roig; Darabuc, de Gonzalo García; Blogge@ndo; En ocasiones... leo libros, de Carlota Bloom; Apuntes de Lengua, de Pep Hernández; Profesor en la Secundaria, de Joselu; Sapere aude!, de Esther Esorihuela; La bitácora de la Lengua, de Alberto G.; El umbral de la palabra, de Mª José Chordá; Palabras azules; De poetas y piratas, de Elisa Tormo; y tantos otros que aún están frente al teclado o que han decidido hacerse a un lado por circunstancias puramente vitales.
Por último, he recopilado las entradas más representativas de Aguja de marear y algunas de las repercusiones que ha tenido en otros espacios digitales en la línea cronológica que aparece a continuación, elaborada con Storify.
2 comentarios:
Con mucho retraso, felidades por esa década bloguera -se dice pronto, ¿eh?- Efectivamente, por diversas circunstancias, algunos estamos un poco distanciados, que no retirados, de los blogs. Muchísimas gracias por incluirme en tu recordatorio. Cuando yo desperté al mundo bloguero, "Aguja de marear" ya estaba allí. Un abrazo, y a seguir cumpliendo años.
Muchas gracias; Carlota. Has sido y eres un referente en este viaje inacabable por la blogosfera, aunque ya no icemos las velas tanto como antes ni disfrutemos de tantos trayectos como antes. Un abrazo, compañera.
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